TERCERA ÉPOCA - JUNIO 2013

Nº 50

DESCARGA

INDICE

Conferencia

D. José Antonio Hernández

 

La palabra como testimonio del compromiso con la vida

Conferencia impartida por D. José Antonio Hernández Guerrero con motivo del 40º aniversario del GrupoScoutSanJorge – 310 de SanFernando,Cádiz.

 

Puedes escuchar aquí la confernencia íntegra

Deciros en primer lugar felicidades por vuestro aniversario.

Deciros, de verdad, sinceramente, enhorabuena. Vosotros, vuestros amigos, vuestros compañeros, vuestros hermanos, vuestros familiares, vuestros formadores, la gente con la que convivís, son unos afortunados igual que vosotros, porque a partir de lo que yo he leído en este resumen en este resumen del Espíritu Scout, estoy convencido de que vosotros estáis en la senda, en el camino, en la ruta, lo voy a decir de manera descarada, de alcanzar y de proporcionar a los demás felicidad y mucha felicidad.

El bienestar de la vida. Sobre eso voy a hablar yo. Sobre la manera de explicarle a los demás, porqué nosotros estamos contentos. Porqué vosotros y vosotras estáis contentos, caminando por esta ruta zigzagueante, empinada, dura, apasionante, que es la vida del scout.

Yo os voy a hablar de la importancia de los lenguajes que vosotros empleáis. Y de manera más concreta, de las palabras que explican qué sois, qué queréis, y cómo hacéis. Cómo vivís vosotros. Pero antes me vais a permitir que haga una breve introducción. Una reflexión muy sencilla, elemental. Innecesaria probablemente, pero que puede servir, sobre la importancia que tienen en nuestra vida, en primer lugar, las herramientas, los instrumentos. Porque fundamentalmente vamos a explicar y definir las palabras y los lenguajes como eso, como herramientas extraordinariamente potentes, complejas y peligrosas. Eso son las palabras.

Pensad como ilustración práctica, plástica, en ejemplos de instrumentos. Un cuchillo, unas tijeras, una bicicleta, un patín, una moto, un coche, el tren, un avión. Todos son instrumentos. ¿Cuál es su finalidad?¿Para qué sirven?. Para potenciar extraordinariamente y facilitar, hacer más cómodas, y más fuertes, más potentes, las acciones que nosotros desarrollamos con nuestros propios miembros.

Con un palo alargamos la mano y el brazo. Con una pala potenciamos la fuerza de nuestros músculos. Con un patín, no digamos con una bicicleta, una moto o un coche, hacemos muchísimos más rápidos nuestros pies. Hasta tal punto, que si queremos llegar, por ejemplo, de San Fernando a Cádiz, de San Fernando a Sevilla, de San Fernando a Madrid…, si solamente dispusiéramos de nuestras piernas y nuestros pies, tardaríamos muchísimo y nos cansaríamos. Si disponemos del Talgo, ahora se llama Alvia, de un coche o del avión llegamos con mayor rapidez.

Para eso sirven los instrumentos. Hemos dicho que los instrumentos son también potentes. Potencian nuestras propias facultades. Potencian nuestros miembros, los pies y los brazos. Pueden potenciar también nuestra inteligencia. Pueden potenciar también nuestra propia vida. Pero atención, cuanto más potente sea un instrumento, más complejo es y más peligroso. Eso lo vemos con los ejemplos que he puesto anteriormente. Es muchísimo más complejo llevar un avión supersónico que un patín. Es muchísimo más complejo llevar un Alvia, o el Ave, que una bicicleta, una moto o un coche. Pero no solamente eso, sino que también puede resultar muchísimo más peligrosa esa velocidad o esa fuerza de los grandes ingenios, de los grandes instrumentos, que, repito, potencian nuestras facultades, desarrollan nuestra capacidad para hacer cosas importantes como el pincel también, o la brocha.

Las palabras son fundamentalmente instrumentos, herramientas potentes, complejas, y peligrosas también, porque se pueden convertir como todos sabemos también por experiencia, en armas destructoras, destructivas.

¿Para qué sirven las palabras?. Las palabras en general, y después vamos a poner ejemplos muy concretos, sirven igual que los instrumentos, para potenciar nuestra propia vida. ¿Cómo?. Desarrollando nuestros propios conocimientos, porque saben que la palabra, fundamentalmente, lo que hace es poner nombres a las cosas para que las sepamos interpretar y sepamos usarlas. Me parece que en una de las reuniones con Isabel, explicábamos cómo todas las asignaturas consisten fundamentalmente en aprender palabras, fíjense qué cosa más curiosa.

La Anatomía. ¿Qué hace el especialista en la Facultad de Medicina que explica las ciencias morfológicas o la Anatomía. Dar nombres. Coge un hueso y dice, este hueso se llama de esta manera, un húmero, un radio, un cúbito, una clavícula. Pero es que además el profesor de Anatomía va explicando como se llama la cabeza de ese húmero. El cuerpo de ese hueso. Cómo se llama una cresta que tiene. Cómo se llaman los agujeritos, etcétera, etcétera, etcétera. Nos va dando nombres para que podamos dominar a ese hueso. Lo mismo ocurre en las demás asignaturas de Farmacología, de Fisiología, de Psicología, de Geografía…

Por lo tanto las palabras son fundamentales para conocer la realidad y para poderla manipular sin necesidad de hacer esfuerzo con las manos. Sin necesidad de mancharnos las manos. Pero las palabras sirven también, y sobre todo, para alimentarnos. Para hacernos crecer. Para, conociéndonos, en nuestro cuerpo, en nuestra mente y en nuestro espíritu, poder ir descubriendo esa manera de ser, ir curando heridas e ir alimentándonos. Las palabras realmente, los psicólogos lo saben muy bien, sirven para alimentarnos. Y los médicos, que lo saben muy bien, usan las palabras para curarnos. Claro que son necesarias, la terapia, la medicina, la cirugía, la quimio, la radiología,… Pero las palabras adecuadas pueden ayudar para que esas medicinas produzcan efectos saludables. Pueden ayudar para vivir de una manera más consciente, más plena, más auténtica. Para vivir más humanamente. Pero atención. Si no se emplean de manera adecuada pueden servir también para destruirnos, para envenenarnos, para herirnos. Para incluso matarnos. Nosotros sabemos que podemos agredir lo mismo o más que con un palo, que con un sable, que con una pistola, con el lenguaje, con las palabras.

Las palabras por lo tanto son potentes, complejas y peligrosas. Aquí hay poetas y maestros de la palabra, pero a todos les diría que cultiven las palabras en todos los ámbitos para, repito, manejarlas de manera adecuada, eficaz y eficiente. Porque entonces sí que en cualquier situación de la vida individual, familiar, social entre los amigos, profesional, podréis ir creciendo de una manera no solamente rápida, sino fácil. Hasta tal punto que yo les voy a aconsejar ya, antes de seguir, que como les decía a algunos de mis amigos, que todos nos hagamos de una pequeñita libreta, un bloc pequeñito, donde vayamos poniendo nuestro diccionario particular. Esas palabras importantes, buenas y eficaces, que van a servir para explicar nuestra propia vida y para crecer y unirnos a los demás. Yo después les voy a dar algunos regalos de palabras con las que pueden empezar este pequeño diccionario personal.

Pero hay que saberlas construir. Por eso en cualquier asignatura aprendan palabras. Para ello la lectura es fundamental y la escritura es fundamental. Palabras que desconocen, apúntenlas. Busquen el significado y úsenlas. Hablando y escribiendo. Porque va a servir mucho para que vayan madurando humana y socialmente.

Para que la palabra sea saludable. Para que la palabra sea sustanciosa. Para que la palabra alimente y cure, son necesarias varias condiciones. Todavía estamos en el ámbito general.

Primero que sean verdaderas y sinceras. La palabra vale cuando de verdad refleja nuestra manera de pensar, nuestra manera de sentir, nuestra manera de amar y nuestra manera de actuar. La palabra vale cuando de verdad define lo que somos, lo que queremos. Quiénes queremos ser, y cómo queremos hacerlo. Por eso, primera condición, que sean sinceras, que sean verdaderas, que sean auténticas. Porque desgraciadamente el ser humano es el único en la naturaleza que tiene el don de la palabra, del lenguaje. Pero es el único en la naturaleza que puede engañar y que de hecho engaña. Esta es la razón por la que se convierte en herramienta destructora del que la emplea, y destructora de aquél a quien la dirige. Por eso en primer lugar, conscientes de la dificultad que tiene y de la importancia que tiene, vamos a intentar ser muy auténticos, muy sinceros, muy verdaderos, a la hora de emplear las palabras que nos explican, de las palabras que dirigimos a los demás.

Pero en segundo lugar, las palabras, cualquier palabra, para que valga y sea verdadero instrumento de construcción de nuestra propia personalidad, de nuestro grupo y de nuestra familia, es necesario que sea también amable, respetuosa e incluso me atrevo a decir, biensonante. Porque vosotros sabéis que una palabra, cualquiera, cuando se emplea…, se me iba a escapar una palabrota, no la voy a pronunciar justamente porque estoy en contra de ellas. Cuando no la empleamos de manera amable, puede convertirse, se convierte de hecho, en látigo. Y al contrario. Algunas que no suenan tan bien, si las empleamos de manera amable e incluso cariñosa, pueden hacer bien al grupo. Ejemplos voy a poner muy sencillos. Qué diferencia hay tan grande entre la manera en que tu amiga, o tu madre, o tu padre te dice: “no seas tonta, hija, no seas tonta”. Y la manera de decir “¡qué tonta eres!”, de un amigo o una amiga, que no es ni amigo ni amiga. Pero al revés incluso. Esa palabra que puede tener una denotación negativa, empleada con cariño, suena bien. Pero otra que puede tener una denotación positiva, empleada también con mala sombra, también puede herir. “¡Qué tonta eres hija!, ¡qué listo eres, hijo!”. Depende de quién la emplea y de cómo la emplea. “No seas antipática, hija”, “no seas antipático”, etcétera, etcétera. Vayan poniendo la lista de palabras coloquiales que ordinariamente nosotros empleamos en nuestro ambiente familiar o de amigos.

Por eso tienen que ser amables, respetuosas y bien sonantes. Porque la diferencia entre una palabra buena y una mala, muchas veces está en el tonillo. Vosotros que ya estáis estudiando lengua sabéis la diferencia que hay entre el eufemismo y el tabú, no en el contenido. Ejemplos no voy a poner yo ahora, pero el eufemismo son palabras que suenan bien y significan lo mismo que el tabú, que la palabra tabú, que es maleducada. Por lo tanto seamos, incluso a la hora de escoger los significantes de las palabras, palabras que suenen bien. Pero además tienen que ser correctas y bien construidas.

¿Por respeto a quien?. Por respeto en primer lugar al destinatario, al oyente. Por eso tenemos que estudiar, sí, a vuestras edades y a todas nuestras edades, gramática, fonética, morfología, sintaxis, lexicología, semántica… Y por eso tenemos que ir haciendo nuestro propio diccionario. Para limpiar poco a poco nuestras palabras. Nuestra manera de dirigirnos a los demás.

Si además de correctas y bien construidas, son bellas y son divertidas, entonces la eficacia aumenta. La eficacia para nuestro propio bienestar, que es lo importante, pero la eficacia también para la construcción de la familia, del grupo de amigos.

Bueno. Todo esto nos va a servir para aplicarlo a una serie de palabras que yo he seleccionado y que os las regalo para que vayáis construyendo vuestro primer diccionario personal. Van a ser muy pocas. Diez palabras. Pero ya veréis. Son las palabras, como decía en la introducción, que sirven para describir lo que vosotros hacéis, pensáis, sentís y queréis. Hasta tal punto que yo, lo único que he hecho es miraros, escucharos, y repetir lo que vosotros decís y sentís.

¿Cuáles son esas palabras?.

La primera, por lo bien que suena y por el contenido tan precioso y tan preciso. La primera desde mi punto de vista, la palabra Respeto.

Respetarse a uno mismo para respetar a los demás. Respetar a los demás para respetarse a uno mismo.

Pero ¿qué es respetar?. ¿Profundizamos un poquito?.

Respetar es interpretar y valorar positivamente los objetos, los episodios y las personas con los que convivimos. Para respetar tenemos que aprender a orientar, sobre todo, nuestra vista. O sea, todas nuestros sentidos. Todos nuestros sentimientos para dirigir una mirada atenta, subrayo ahora, positiva y admirada, a todas esas cosas buenas que tenemos a nuestro alrededor. Para disfrutar con ellas mirándolas.

En los grupos sociales sabéis que hay personas negativas y personas positivas. Hay personas negativas que son los que se fijan y subrayan las sombras, las oscuridades, los aspectos desagradables o negativos de las cosas, de los sucesos y las personas. Pues nosotros, como scouts, tenemos que orientar nuestra mirada para que en cualquier situación descubramos los aspectos buenos y positivos de la vida, y ahí recrearnos y ponernos contentos. De cualquier aspecto. Ejemplos podríamos poner muchísimos. Hay quienes durante todo el invierno, perdónenme que les ponga este ejemplo, se están quejando por el frío que hace. Y están esperando que llegue el verano para… ¡qué calor!... quejarse del calor que hace. En todo. Tienen una habilidad tremenda para, de cualquier objeto o de cualquier hecho, destacar lo negativo. Y sufren cuando alguno advierte los aspectos positivos, y enseguida repiten “sí, pero…”, para amargar la vida.

Nosotros somos respetuosos con las cosas, y el respeto, lo he definido anteriormente, consiste en interpretar y valorar positivamente los objetos, los episodios y las personas. ¡Qué suerte!, son las palabras que deberíamos tener en nuestros labios continuamente, de tener estos padres, estos profesores, estos hermanos, estos amigos, esta casa, de vivir aquí…

Segunda palabra: Amor.

El amor, fíjense, les voy a decir una cosa y vayan pensando. ¿Saben cuál es la fuente del conocimiento hondo y profundo?. No es sólo la vista. No es sólo la inteligencia. Es sobre todo el amor. Los sentimientos de amor. Conocemos sobre todo, las cosas, los episodios y las personas a los que queremos. El amor es el alimento que estimula el crecimiento humano. El amor es la clave que resuelve los problemas humanos. Tenemos que mirar, hemos dicho anteriormente, positivamente, pero tenemos que mirar en segundo lugar con amor.

Tercera palabra: Madre.

No somos, desgraciadamente, no somos lo suficientemente conscientes de la importancia que tiene la palabra y del concepto que va dentro de la palabra, muchas veces hasta que la hemos perdido. Pero la madre es la fuente, el alimento, la clave de la vida.

Todo, casi todo lo que tenemos depende de la fuente de la fuente de la que hemos brotado, pero no solamente de la que hemos brotado, sino que lo mismo que ocurre con los ríos durante todo su curso, la fuerza, la sustancia del río de qué depende, del agua que va brotando de manera continua de la madre. Y eso podemos conseguirlo nosotros fijándonos en sus ojos con una actitud agradecida. La madre, también es el espejo que mejor nos refleja nuestro verdadero rostro.

Cuarta palabra: Padre.

Si la madre es la fuente que nutre, que nos alimenta, que nos estimula proporcionándonos fuerza y empujándonos para que sigamos creciendo, el padre es el proveedor importantísimo en la vida que nos suministra las barreras que nos defienden de peligros. Las señales que nos avisan y nos libran de los peligros. El padre es el que nos advierte de los riesgos que corremos en la carrera imparable, compleja, como decíamos anteriormente, zigzagueante y dura de la vida. La palabra padre es sinónimo de constancia, de consistencia, de solidez, y sobre todo para nosotros, de seguridad.

Quinta palabra: Hermano.

Hermano. Esa es la suerte, tener hermanos y hermanas, y poder ir aumentando poco a poco el número de los verdaderos hermanos. La palabra hermano nos remite a experiencias hondas de igualdad, de solidaridad, de diálogo y de colaboración. El trato de igualdad con los hermanos nos protege de uno de los peligros importantes de la vida, el de la soledad. Y nos proporciona entereza para seguir luchando. Serenidad para vencer los obstáculos, e ilusión para mirar al futuro.

Sexta palabra: Amigo.

La amistad es un sentimiento, pero también un estímulo. Pero también un compromiso, y sobre todo un ámbito de comunicación mucho más que una obligación. Es un ámbito de comunicación en diálogo, pero también de colaboración. De trabajar juntos. Es una relación entre personas que se basa sobre todo en la afinidad espiritual. O sea, de pensamiento, de sensaciones. En la manera de ver, de interpretar las cosas fundamentales de la vida. Es, diríamos un acompañamiento vital. El amigo es otro ser próximo y semejante que nos comprende aunque no le expliquemos todas las razones de nuestros comportamientos. Es el intérprete que identifica las claves de nuestra peculiar, propia y única manera de ser. Aunque no analice psicológicamente nuestro temperamento lo hace mucho mejor que el psicólogo. Es el exégeta, o sea, el intérprete que descifra el sentido profundo de nuestros pensamientos aunque no se los formulemos con palabras. Es el experto que alcanza la razón última de nuestros deseos íntimos y llega hasta las raíces ocultas de nuestros temores secretos. Aunque no los haya visto, ni vivido nuestras propias experiencias.

Otra palabra: Compañero.

Ustedes saben que la palabra compañero quiere decir el que comparte su pan con los otros. Eso es acompañar. Acompañar es adoptar la decisión de comunicar lo que tenemos, nuestros bienes, como expresión de una voluntad de comunión de vida. Es un gesto de colaboración como testimonio de confianza. Es un comportamiento humano cuyos motores son el amor y la aspiración de solidaridad. Estas son, créanme, las dos energías que hacen más bien. Son las dos energías benefactoras que disuelven las mentiras, los espejismos del egoísmo, esa entidad psíquica enemiga de todos los valores humanos. Compañía es el conjunto de personas que comparten, que comen un mismo pan. El pan de la vida. El pan de los pensamientos. El pan de los deseos.

Confianza, otra palabra para el diccionario, que es esa sensación, ese sentimiento, todavía más, esa convicción de que nuestras madres, todo lo que hemos dicho anteriormente, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos, nuestros compañeros, no nos van a fallar.

Ya se que a veces divisamos en la vida de todos y en todas las situaciones, mientras que vamos caminando, subiendo negros nubarrones en el horizonte. Ya sé que a veces el horizonte nos anuncia negras tormentas. Ya sé que el futuro siempre entraña múltiples incógnitas. Dudas que son objeto de preocupación. Normal y lógico. Pero en el otro plato de la balanza, hemos de colocar esos datos a los que me refería anteriormente, las razones poderosas que nos proporcionan seguridad . ¿Cuáles son esas razones?. Fundamentalmente esas personas a las que aludía anteriormente. Que nos respetan porque nos quieren. Que nos quieren porque nos respetan. Y que siempre están dispuestas a ayudarnos.

Y la última palabra, la que yo voy a pronunciar después: Gracias.

Si nos fijamos en su pronunciación podemos afirmar que sola y enlazada con otras, es una palabra, en primer lugar, biensonante, que suena bien, gracias,. Y sobre todo es agradable para el que la pronuncia y para el que la escucha. Por eso yo digo gracias. Muchas gracias. Muchísimas gracias. Por eso decimos muchas veces, muchas gracias, le doy las gracias, y ¡qué gracia tiene!.

De la palabra gracias, fíjense, procede la palabra Regalar.

Era otra de las palabras. Es regalo que es ese don gratuito que se da sin cobrar un precio. Es la manera más eficaz de comunicarnos. En el regalo, es un significante que imponemos todo el amor, el cariño y el respeto hacia la otra persona.

Otra palabra derivada de gracias es dar las gracias, que es esa facultad, esa herramienta que aumenta la fuerza de nuestras manos para edificar mundos confortables. Para calmar los dolores. Para aliviar los sufrimientos. Dar las gracias, es a mi juicio, la expresión más bella, más beneficiosa, más gratificante del lenguaje humano. Revela la grandeza y la calidad humanas de la persona que la expresa, y constituye la respuesta más bella, más liberadora y más generosa de los dones recibidos. La gratitud, uno de los sentimientos más profundos y más nobles, es el arte de saborear la vida con agrado. Expande la vida. Aumenta la amistad. Incrementa la alegría y franquea las puertas del infinito. Abre las ventanas por las que penetra el aire que purifica la atmósfera entre el tú y el yo. Y por las que recíprocamente podemos contemplar la belleza, la sabiduría, la alegría y, sobre todo, el amor.

Por eso yo, ya digo a todos y a cada uno de vosotros, gracias. Muchísimas, muchísimas gracias.

Subir    

José Antonio HERNÁNDEZ GUERRERO

José Antonio Hernández Guerrero, Catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad de Cádiz.

El profesor Hernández Guerrero es director de los grupos de investigación "Estudios de Retórica actual" y "La teoría literaria andaluza"; también dirige los Seminarios "Emilio Castelar" y los Encuentros "Eduardo Benot"; es asimismo responsable de la "Escuela de Escritoras y Escritores" y Coordinador de la "Escuela de Comunicadores".

Ha publicado más de 130 artículos de investigación y 23 libros. Es colaborador habitual de la prensa diaria con artículos de divulgación y crítica de la actualidad. Ha desempeñado los siguiente cargos académicos en la Universida de Cádiz: Secretario de la Facultad de Filosofía y Letras, Director de Actividades Culturales de la Universidad y Vicerrector de Extensión Universitaria y Alumnado.

Entre sus libros publicados destacamos los siguientes: El arte de escribir (2005), Teoría historia y crítica del comentario literario, con María del Carmen Tejera (2005), El arte de hablar: manual de retórica práctica y oratoria moderna, con María del Carmen Tejera (2005), Manual de Teoría de la Literatura, coordinador (1996), Historia breve de la Retórica, con María del Carmen Tejera (1994).

Subir